Cuando empecé a planificar mis vacaciones, no sabía que ver en Vigo pero siempre pensé en algo diferente, que combinara la ciudad con la naturaleza, la historia con la modernidad. Y así, aterricé en Vigo. Desde el momento en que llegué, sentí que había acertado de pleno. Esta ciudad gallega, con su mezcla de bullicio urbano y cercanía al mar, prometía ser el escenario perfecto para unos días de desconexión y exploración.
Mi primera parada obligatoria fue, sin duda, el Casco Vello. Me encantó perderme por sus calles empedradas y estrechas, descubriendo cada rincón lleno de historia. Es fascinante ver cómo conviven edificios antiguos restaurados con pequeños bares y tiendas con encanto. Subir hasta la Concatedral de Santa María y asomarme a la Praza da Constitución fue un viaje en el tiempo. Y por supuesto, no pude resistirme a probar algunas ostras en la famosa Rúa da Pescadería. ¡Una delicia que no esperaba y que se convirtió en uno de mis recuerdos favoritos!
Naturaleza y Vistas Panorámicas
Después de sumergirme en la historia, necesitaba un poco de aire fresco y vistas impresionantes. El Monte O Castro fue mi siguiente destino. La subida, aunque un poco exigente, valió totalmente la pena. Desde el castillo y sus jardines, la panorámica de la ría de Vigo, las islas Cíes en el horizonte y la ciudad extendiéndose a mis pies, era simplemente espectacular. Me quedé un buen rato allí, disfrutando del paisaje y respirando la brisa marina. Es un lugar perfecto para una tarde tranquila o un pícnic.
Otro lugar que me dejó sin aliento fue el Mirador del Monte de la Guía. Es un poco más alejado del centro, pero si tienes coche o te animas con un taxi, la vista desde allí, con la ermita y el faro, es inmejorable, especialmente al atardecer.
Paseos Marítimos y Zonas de Ocio
No se puede venir a Vigo sin disfrutar de su conexión con el mar. Recorrí gran parte del Paseo de Montero Ríos y la zona del Náutico, observando los barcos y el ir y venir de la gente. Es un lugar vibrante, con muchas terrazas donde sentarse a tomar algo y sentir el pulso de la ciudad. También dediqué una tarde a pasear por la Playa de Samil, la más famosa de Vigo. Aunque no era pleno verano, el paseo por la arena y la vista de las Cíes desde allí era muy relajante.
Y por supuesto, si eres como yo y te gusta la cultura y el arte, te recomiendo visitar el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO), siempre con exposiciones interesantes.
Mis vacaciones en Vigo han sido una grata sorpresa. La ciudad tiene mucho que ofrecer para todos los gustos: historia, vistas increíbles, playas, una gastronomía deliciosa y una energía muy particular. Sin duda, es un destino que recomiendo encarecidamente para cualquiera que busque una experiencia completa en Galicia. ¡Ya estoy pensando en cuándo podré volver!