La pérdida de una o varias piezas dentales trasciende la mera cuestión estética, impactando de forma significativa en la funcionalidad masticatoria, la fonética, la estructura ósea maxilofacial e incluso la autoestima del individuo. Las soluciones tradicionales, como los puentes fijos o las dentaduras removibles, han cumplido su función durante años, pero presentan limitaciones en cuanto a estabilidad, comodidad y preservación del hueso subyacente. En este contexto, la implantología dental moderna se erige como la opción terapéutica más avanzada y predecible para reemplazar dientes ausentes, ofreciendo una solución fija, duradera y que mimetiza de forma muy fiel la función y apariencia de los dientes naturales. La realización de tratamientos de implantología dental en Cangas por parte de profesionales cualificados y con el apoyo de tecnología diagnóstica avanzada permite a los pacientes recuperar no solo una sonrisa completa, sino también la confianza y la calidad de vida perdidas.
El éxito a largo plazo de un tratamiento con implantes dentales depende en gran medida de una meticulosa fase de evaluación y planificación previa. Antes de proceder a la colocación de cualquier implante, es indispensable realizar un estudio exhaustivo del paciente. Esto comienza con una anamnesis detallada para conocer su historial médico general y dental, identificando posibles contraindicaciones o factores de riesgo (enfermedades sistémicas no controladas, tabaquismo severo, ciertos medicamentos). Seguidamente, se realiza un examen clínico intraoral para evaluar la salud de las encías, el estado de los dientes remanentes y la oclusión. La parte diagnóstica más crucial, sin embargo, reside en las pruebas de imagen. Las radiografías convencionales (panorámica, periapicales) ofrecen una visión general, pero es la Tomografía Computarizada de Haz Cónico (CBCT) la que proporciona una información tridimensional detallada sobre la cantidad y calidad del hueso disponible en la zona donde se planea colocar el implante. Esta tecnología permite medir con precisión la altura y anchura ósea, visualizar la ubicación de estructuras anatómicas importantes (como el nervio dentario inferior o el seno maxilar) para evitar dañarlas durante la cirugía, y planificar virtualmente la posición, inclinación y tamaño óptimos del implante. En casos donde el volumen óseo es insuficiente, este estudio permite determinar la necesidad de técnicas regenerativas previas o simultáneas, como injertos óseos o elevaciones de seno maxilar.
Una vez completada la fase diagnóstica y con un plan de tratamiento personalizado, se procede a la fase quirúrgica. La colocación del implante dental propiamente dicho consiste en la inserción de un pequeño tornillo, generalmente de titanio (un material altamente biocompatible), en el hueso maxilar o mandibular, en el lugar donde se encontraba la raíz del diente perdido. Esta intervención se realiza habitualmente bajo anestesia local, siendo un procedimiento generalmente bien tolerado por el paciente. El implante actúa como una raíz artificial sobre la que, posteriormente, se fijará la prótesis dental. Tras la cirugía, se inicia un periodo fundamental denominado osteointegración. Durante varios meses (el tiempo varía según la calidad ósea y la técnica empleada), el hueso circundante crece y se fusiona íntimamente con la superficie del implante de titanio, creando una unión sólida y estable. Este proceso biológico es la clave de la estabilidad y durabilidad a largo plazo de los implantes. Durante este periodo de espera, el paciente puede llevar una prótesis provisional si es necesario por razones estéticas o funcionales. Una vez confirmada la osteointegración, se realiza una segunda pequeña intervención (en técnicas de dos fases) o se procede directamente (en técnicas de una fase) a colocar el pilar o abutment, una pieza de conexión que emerge a través de la encía y sobre la cual se cementará o atornillará la corona, puente o prótesis definitiva.
La fase final es la restauradora, donde se fabrica la prótesis que reemplazará visiblemente al diente o dientes perdidos. Se toman impresiones precisas de la boca del paciente y de la posición del implante y el pilar. Con esta información, el laboratorio dental confecciona una corona (para un solo diente), un puente (para varios dientes) o una sobredentadura (prótesis completa removible estabilizada sobre implantes) a medida. Los materiales utilizados para estas prótesis, como la cerámica (porcelana) o el zirconio, ofrecen una excelente resistencia y una estética muy natural, imitando el color, la forma y la translucidez de los dientes adyacentes, logrando una integración armónica en la sonrisa. El objetivo final es conseguir un resultado que no solo sea funcionalmente óptimo para masticar y hablar con normalidad, sino también estéticamente indistinguible de una dentición natural.
El mantenimiento a largo plazo de los implantes dentales es relativamente sencillo pero crucial. Requiere una higiene oral meticulosa por parte del paciente, similar a la de los dientes naturales, incluyendo cepillado y uso de seda dental o cepillos interproximales específicos para limpiar alrededor del implante y el pilar. Asimismo, son imprescindibles las visitas periódicas al dentista o higienista para realizar revisiones profesionales y limpiezas, controlando la salud de los tejidos periimplantarios y previniendo posibles complicaciones como la mucositis o la periimplantitis (inflamación e infección alrededor del implante). Clínicas especializadas en implantología dental en Cangas no solo realizan el tratamiento, sino que también establecen programas de seguimiento y mantenimiento para asegurar la longevidad de la restauración.
La implantología representa una solución fiable y avanzada para la rehabilitación oral, permitiendo a los pacientes recuperar la función masticatoria, la estética de su sonrisa y la confianza en sí mismos de una manera estable y duradera, siempre que el tratamiento sea planificado y ejecutado por profesionales experimentados y el paciente mantenga una correcta higiene y revisiones periódicas.